Mateguías: Real Observatorio de la Armada
No todo va a ser buscar rincones matemáticos fuera de mi país, dentro de ciudades mundialmente conocidas. El lugar donde vivo también merece y mucho la pena (matemáticamente hablando :)), es por ello que en esta cuarta entrega os invito a visitar mi tierra, Cádiz. Concretamente vamos a conocer a una de las joyas de la corona, localizada en la vecina localidad de San Fernando. Por si aún estáis despistados, os hablo del Real Observatorio de la Marina.
Un poco de historia
Allá por la mitad del Siglo XVIII, Jorge Juan Santacilia, científico de la época, propuso al Marqués de la Ensenada la construcción de un observatorio astronómico en el Castillo de las Villas, en Cádiz. El objetivo era formar a los futuros oficiales en el arte de la astronomía para la navegación. Justo a finales de ese siglo, el observatorio es transladado a la colina más elevada de Isla de León (la actual San Fernando) donde se había erigido un bello edificio para la ocasión, que se sigue conservando en la actualidad.
A lo largo de toda su historia este observatorio ha sido utilizado para una cantidad importante actividades. Por ejemplo se le ha encomendado la misión del cálculo de efemérides y la creación de un almanaque náutico (recordad el vínculo con la armada que siempre ha tenido este centro). En él se han realizado mediciones meteorológicas y sísmicas, se ha llevado a cabo la determinación de la hora, y por supuesto se ha utilizado como centro de formación de estudios superiores (de hecho se siguen formando oficiales de la armada).
¿De qué va la visita?
Ahora toca destripar un poco lo que nos vamos a encontrar si lo visitamos, visita que por cierto debe ser concertada y dura entre 2 y 3 horas (956545099, web del roa, visitas@roa.es). Después de subir la rampa, el guía os da la bienvenida al recinto. Lo primero que hace es llevaros a un salón de actos para poneros un video explicativo de todo lo que se ha hecho y lo que se hace en la actualidad en el ROA. Ahí podéis ver las secciones diferentes que tiene el observatorio, y lo que actualmente se está llevando a cabo dentro de él.
Este centro científico tiene sobre todo dos puntos fuertes: Por un lado los estudios Geodésicos y Geofísicos, y por otro lado la medicion de la hora universal. A parte tambien tiene otros acometidos como mediciones astronomicas, incluso sismicas de la zona, formación, etc… (siguiendo un poco la continuidad de lo que históricamente se ha ido realizando aquí).
Debido a los más de los doscientos años de ciencia que se han llevado a cabo entre sus muros, y a la costumbre que tiene la armada de utilizar los aparatos mientras estos funcionen, nos vamos a encontrar con una gran cantidad de instrumentos científicos antiguos de medición y observación en muy buen estado (la mayoría de ellos son astronómicos). Sin duda una gratísima sorpresa para cualquier tipo de visitante.
Visita al Astrógrafo
Uno de los objetos que vais a visitar es este increible astrógrafo Gautier del siglo XIX. Un astrógrafo no es más que un telescopio fotográfico, que entre otras cosas puede utilizarse para cartografiar el cielo (para poder «apuntar al objeto» lleva un telescopio óptico en paralelo). De hecho, éste fue el uso principal que se le dio, pero también se han realizado con este aparato otro tipo de estudios. Está dispuesto en una montura ecuatorial, que no es más que el soporte móvil (rota según declinación y ascensión recta) donde se apoya, pero orientando uno de sus ejes hacia la estrella polar, de forma que es más fácil hacer el seguimiento de los cuerpos celestes (ascensión recta). Lo increible de este aparato es que, con sus adaptaciones (camaras CCd en vez de placas fotográficas, la montura ecuatorial está motorizada…) ha sido utilizado hasta hace biern poco (Yo tuve el privilegio de hacer uso de él).
El observatorio también cuenta con una Cámara de seguimiento de satélites artificiales Baker-Nunn, que en su momento fue pionera en Europa, pero en esta ocasión no pudimos ir a visitarla.
Cuarto de sismógrafos
Es probable que la visita pase por también por este lugar. Nosotros en nuestra visita más reciento no nos dio tiempo a ir, pero en otra que hice muy anterior si que pude realizarla. Los sismógrafos recogen datos de tres tipos de redes sísmicas:
- 10 estaciones de corto periodo: para la Bahía de Cádiz y el Mar de Alborán
- 3 sismómetros de largo periodo: se usan para mediciones globales.
- De banda ancha: Es más reciente, y está situada en el Puerto de Santa María. Puede utilizarse tanto a nivel local como global.
Si nunca habéis visto uno, es bastante recomendable, aunque realmente lo que veis son los plotters recopilando datos. Puede ser curioso además si ha ocurrido algún pequeño movimiento sísmico reciente, ya que os pueden mostrar esos resultados y os pueden explicar como localizan el epicentro y más información de interés.
Sección de Hora
Sin duda una de las dos joyas de la visita. Y es que resulta que es aquí donde se controla la hora española, la que ahora mismo por ejemplo ves tu en tu móvil o en tu ordenador. Además se coordina con otros centros del mundo para calcular la hora mundial, ¡casi nada!. Realmente lo que se hace en esta sección es controlar el patrón de la unidad básica de tiempo, es decir, el segundo, y la escala de Tiempo Universal Coordinado (UTC), y ¿Cómo lo hacen? Pues utilizan seis relojes atómicos, uno de Hidrógeno activo y los otros cinco de Cesio. Estos cuentan los cambios de energía que sufren los átomos de Cesio. Si se considera que, oficialmente, un segundo son 9.192.631.770 ciclos de un átomo de Cesio, ya tenemos nuestro patrón.
Cuanto más estable sean esos ciclos, más fiable es el segundo que emite ese reloj, con lo cual más fiable será la hora que da. No importa tanto la precisión, sino la estabilidad. Un reloj que sea muy preciso pero más inestable, es decir, que de aproximaciones del segundo buenísimas y a veces no tan buenas, no es tan válido como uno que siempre da aproximaciones buenas, con muy poca variación. Pues bien, por alguna razón los relojes del ROA son de estos últimos, y por eso están tan valorados dentro del resto de estaciones a nivel mundial.
Como anécdota, nos comento la guía que algunos visitantes suelen poner en entredicho que la hora se calcule aquí, asegurando que se hace en Madrid. Si bien es cierto que hay un patrón en Tres Cantos, este se mantiene a distancia desde el ROA, y por supuesto, toda la información se procesa aquí. Así que, le pese a quien le pese, la hora española se genera aquí, en San Fernando.
Por último, queda el tema de la difusión, que se realiza de varias maneras. Como podéis imaginar, una de ellas es via Internet, aunque también se difunde por teléfono, por certificados y tambien ellos mismos se dedican a calibrar equipos, ya sea in situ o a distancia.
Láseres
Arriba del bonito edificio neoclasico esta la cúpula donde se encuentran los láseres, el último que hay montado esta basado en un láser de Yag-Neodimio. Con él se realiza el seguimiento de satélites geoestacionarios, que son aquellos que describen órbitas a la misma velocidad angular que la Tierra, y por tanto permanecen inmóviles en un determinado punto de la misma. Desgraiadamente no tengo fotos ya que nuestra visita no tuvo tiempo de subir. Como curiosidad, decir que la cúpula donde está dicho láser es totalmente independiente del edificio principal, abajo podéis ver una foto donde se ve la estructura que soporta esta cúpula, separada unos centímetros de la estructura de la edificación.
Biblioteca del Real Observatorio de la Armada
La otra joya de la visita, quizas lo mas impresionante para mi, es la biblioteca que tiene. En ella hay incunables, libros de autores como Isaac Newton, Tycho Brae, etc… eso sí, todos ellos de carácter científico, que han ido recopilandose a lo largo de los años desde la fundación de esta institución.
Nada más entrar al edificio, conforme nos vamos dirigiendo hacia la biblioteca, nos encontramos con multitud de instrumentos expuestos en la planta baja. Podeís ver telescópios, sextantes, astrolabios, relojes, teodolitos, etc.. Abajo os pongo un muestrario de algunas fotos que realicé.
Una vez vistos, subimos las escaleras y la verdad es que te quedas con cara de pasmarote, no te esperas que todo eso esté allí. Hay incunables, que ya por el hecho de serlo tienen un grandísimo valor, y si encima le das el valor añadido de las pocas únidades del mismo tipo que hablen de ciencia que existen, hacen que te des cuenta que estás delante de algo extraordinario.
Se te pasa el tiempo volando entre sala y sala, viendo cada libro de los expositores, hipnótizado por el encanto del lugar. Viendo libros de los que hay pocos ejemplares y de los que habías oído hablar en algún lugar o en otro. Lo que daría por que me dejasen un rato, unos minutos, allí sólo ojeando algunas de estas obras de arte, o daría más aún si pudiera parar ese tiempo que miden con tanto mimo en mi tierra, y así campar a mis anchas por este paraíso de papel y madera.
Os dejo algunas fotos más para que podáis sentir el encanto del lugar, aunque sin duda la mejor manera es visitarlo. Merece la pena, no os va a defraudar 😉
Deja una respuesta